Jaume Rocamora

Jaume Rocamora nació en Tortosa el año 1946. El año 1965 realizó su primera exposición individual en el Cercle Artístic de Tortosa, y en 1978 presentó en el Ateneu de Barcelona la exposición  Els Cartrons i Rocamora, donde planteaba por primera vez su gramática básica de una pintura geométrica que no ha abandonado hasta la actualidad.

Su técnica se basa fundamentalmente en el uso de cartones, que trabaja recortando, encolando y formando estructuras de diferentes relieves, con predominio de la línea y el plano oblicuo, dentro de unos parámetros constructivistas. En este sentido destacan las primeras series (Matèries primeres, 1978; Sistemes compositius, 1998; Encaix concloent, 1993).

Ha expuesto en numerosas ocasiones en otras ciudades del estado español y en el extranjero. A partir de la segunda mitad de los años noventa introdujo componentes formales y conceptuales nuevos; el color y la tradición griega clásica Thalassa, 1998; Rietveld, 2005).

Es autor de diversos cuadernos de obra gráfica y libros de artista. Los últimos años ha realizado diversas instalaciones, en las cuales ha colaborado con el músico Josep Bagès como Laberint (2005) o Elements de conducta i transport (2009), reflexionando sobre los límites plásticos de la línea y transportando la geometría de sus collages al espacio tridimensional. El año 2012, y para celebrar el cincuenta aniversario de la primera participación de una muestra colectiva, expuso una retrospectiva de su obra en el Museo de Arte Moderno de Cotlliure.

Rocamora

Diàleg de medis – Diálogo de medios
1990
Dibujo al carboncillo sobre papel hecho a mano
87 x 121 cm

El autor realizó este dibujo con técnicas tradicionales y de oficio donde, hoy en día, el aprendizaje es una virtud de lo posible en el mundo de la aportación creativa.

Encima de una hoja de papel hecho a mano, el trazo opta por las líneas paralelas que con las oblicuas que aportan fuerza y forman un tejido visual. El carboncillo y el difumino, o barrita de celulosa blanda, hace que los grises ganen tonos en dos direcciones, de sombra en negro oscuro.

El blanco delimita el espacio y hace posible organizar el conjunto mientras que la calidez de los materiales produce que se despierte un deseo táctil en los sentidos del usuario que no solamente mira, sino que también se integra en la obra.